Blogia
Erase Una Vez

Buenas noches

La solución a la dos

Aquí tienes la solución a la adivinanza (2). Si no has desafiado a los guardianes y a la voz de ultratumba, éste es el momento de hacerlo. Vamos rétate y consíguelo.

De todas formas ésta es la solución: La pregunta que hay que hacer a cualquiera de los guardianes es "¿Qué diría el otro guardián si le preguntara cuál es la puerta de salida?".
Para escapar por la salida correcta hay que hacer lo contrario de lo que te responda...

¡Sí!, en cualquier caso.

¿AH, no?. Pues pruébalo. Pon a tu hermana la lista en una puerta y a tu suegra la malvada en la otra. Hazlas guardianas de forma alternativa de la puerta de la vida y de la puerta de la muerte y pregunta, pregunta.

Aquí os dejo otra interrogante. Si hinchas dos globos, uno más que otro y los unes con un tubito para que el aire circule entre ellos. ¿Qué pasará?

Adivina, adivinanza (2)

Atención. Te estás jugando el acabar aquí tu camino.
Has despertado en mitad de una habitación y observas dos salidas custodiadas por sendos guardianes.
Una voz de ultratumba te informa que uno de ellos siempre dice la verdad pero el otro siempre miente y que, de las dos salidas, una te lleva a la perdición mientras que la otra te lleva a la salvación. Y además te permite una mínima posibilidad para escapar: Puedes hacer una sola pregunta a uno de los guardianes.
¿Cual?

Adivina, adivinanza (1)

Un señor que pesa exactamente 99 Kg atraviesa un puente que soporta exactamente 100 Kg para comprar dos barras de pan que pesan exactamente 1 Kg cada una en la panadería que hay al otro lado del río.
Lo chulo de la historia es que consigue regresar a casa atravesando ese mismo puente con las dos barras de pan.
Y la pregunta del millón es... ¿Qué profesión tiene el susodicho señor?

Las rayas de las cebras

Las rayas de las cebras - Todo el mundo sabe que a las cebras lo que más les gusta en esta vida es contarse las rayas. Lo que muchos desconocen porque nunca las han visto de cerca, es que cada raya de cebra es una larga historia escrita en un solo renglón, y, para leerla, hay que conseguir que la inquieta cebra no se mueva, buscar una lupa grande y dorada y tener una vista de lince para poder disfrutar de los dibujos que se encuentran pintados entre las letras.

También podemos pedírsela prestada, aunque esto es más difícil porque son muy tacañas y no las prestan así como así. Solo lo hacen a los que hablan su idioma, pero hasta hoy, no sé de nadie que hable el idioma cebro.

Pero escucha, hay una tercera posibilidad... Ven, vamos a un sitio donde podamos hablar flojito. La podemos robar. No te diré nunca cómo se hace, porque es un secreto y si te atrevieras a contarlo las cebras se quedarían sin rayas y morirían de melancolía. Tan sólo te diré que hay que hacerlo cuando duermen y esperar a noches de luna llena para así poder leer el principio de cada cuento y escoger el más interesante. También te diré que hay que tirar rápido y con fuerza para que la cebra piense que un mosquito le ha picado en el lomo y no se despierte. Pero no te diré cómo se despega el principio de la raya ni cómo estirarla sin que se rompa la historia. ¡Ah! ¿No lo sabías?. Las rayas de las cebras son tan negras y tan anchas porque todas las palabras del cuento están escritas sin espacio entre ellas y apiñadas, embrolladas y vueltas a amontonar una y otra vez. Tenemos que saber cómo desenrollarlas sin que se rompan y ése es el secreto mejor guardado que hay.

Luego, cuando la cebra, que tiene mala memoria, cuente sus rayas no se dará cuenta que le falta una y no nos perseguirá. Y, ¿sabes qué?. Al cabo de un año, le crecerá una raya nueva, y entonces podremos volver a por otra.

Pero necesito algo de ayuda. ¿Quieres venir conmigo?

Y el puñetero que todavía no estaba durmiendo me dijo:
- Sí, papi.