Deformación profesional
Desde que tengo aficiones nudistas no puedo dejar de pensar obsesivamente en la gente. Las veo caminado y ya no tienen ropa. Me miran al pasar como si no me vieran y su mirada desnuda me transmite calidez. Es, digamos, una especie de deformación profesional de visitante asiduo de arena cálida transitada por cuerpos morenos caminando sin lastre de ningún tipo.
Y me sale sin maldad. Quiero decir que no juzgo. Y que veo desnudo al dueño del bar de debajo de casa y a la familia que pasea por el parque un domingo cualquiera por la mañana. Y no juzgo. Simplemente me dejo llevar con naturalidad. Divago, imagino e imagino que todos imaginan a todos en un universo pura necesidad de despojarse de la corteza y dejarse ver sin vergüenza los cuerpos que no tienen culpa alguna de las mentes que los coronan y de sus prejuicios inventados. Y no juzgo. Dejo que me venzan las miradas que me ignoran, las miradas sin deseo, las miradas pausadas, a cámara lenta, que se resbalan por el placer de mirar entre las rosas, las largas espaldas, los bancos de madera, los ojos que sonríen, el lago salpicado de patos y las caderas que descansan sobre piernas de sol.
Y yo, desnudo, sigo desnudando.
6 comentarios
gigig -
mox -
coco -
mox -
Un abrazo abrazao.
Amelìe, Llevas razón. La mirada de un niño y lo que te comunica cuando la profundizas, es de esas de mirar sin antes ni después. Es una mirada desnuda, sin intenciones ocultas.
Un beso desnudo.
Amélie Poulain -
Muralla -
Sería mejor y más libre.
Bicos y abrazaos abrazos, queridiño.
Muralla.