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Erase Una Vez

Cara

Cara

Tengo una cara que me sigue. Tenéis que saber que es una cara desvergonzada porque siempre se anda riendo en voz alta, hasta en las peores situaciones. No se calla ni cuando vamos en bicicleta a trabajar.

Por ejemplo, la Señora Martínez, la vecina del tercero, tuvo un pálpito al pasar por delante de la administración de lotería del barrio, así que entró y se compró un décimo pensando en el primer premio. Lo fue pregonando por todas las tiendas (lo del pálpito y el décimo del primer premio digo) y como la gente la veía tan convencida y le ponía tanto entusiasmo en lo que le iba a cambiar la vida, tuvo tanta envidia que empezó a pensar lo que siempre se piensa en estas situaciones, que viene a ser algo como "¿Y si fuera verdad?". Tantos pensaron lo mismo que todos se lo creyeron. Y como se puede imaginar por supuesto que todos compraron un décimo. El lotero Geremías (con G, como los Jeremías italianos) ante la avalancha de peticiones, consiguió todos los décimos de la provincia del mismo número y aún más de alguna otra ciudad distante. Hasta él mismo se quedó con toda una serie y la guardó como tesoro de mucho valor en la cajita de seguridad de uno de los bancos del centro, esa de la que ni siquiera su mujer sabía que existía y que estaba pegadita, pegadita a la que tenía su mujer, esa de la que ni siquiera el Geremías sabía que existía.

El último en sentir el pálpito de envidia de la buena vida, fui yo y acabé en la administración de lotería del Geremías con el susodicho cuento del pálpito y del décimo del primer premio, que yo también lo había sentido. La cara, que en ese momento se partía de risa detrás de mí, me puso en evidencia porque me dejó por mentiroso y aprovechado, y el Geremías (con G como los Jeremías italianos) le hizo coro y se rió a gusto porque ya no le quedaban décimos y me soltó un décimo de un número feo, feo, (con deciros que empezaba en 0 y terminaba en 00 os haréis una idea). Yo, para no hacerle el idem (el feo) le pedí seis décimos. La cara que me sigue lloró de risa cuando los pagué y como al Geremías le faltó tiempo para publicarlo en el barrio, la gente me señalaba con el dedo cuando salía de mi pisito e iba al súper a conseguir comida, al kiosco a por el periódico, cuando sacaba a pasear a la tortuga (bueno no, cuando salía a pasear con la tortuga, siempre lo hacían), o cuando iba a comprar churros (sí, hasta el churrero) y se burlaban hasta hartarse, y encima, la cara, les acompañaba cantando una canción que hablaba de un torpe comprador inútil que gastó dinero fútil en conseguir su enésimo y difícil décimo que comprado con apremio, resultó ser bohemio. Me pongo muy triste al recordar todo aquello.

Ahora me he tenido que ir del barrio porque no soporté las risitas que la cara que me sigue dedicaba a la gente cuando salíamos a pasear (ya sabéis,  a los que me señalaban con el dedo). Ni tampoco la triste carcajada que le soltó al Geremías (con G, como los Jeremías italianos) al pasar por delante de la administración, y, bueno, cuando nos encontramos con la pitonisa Martínez (es que ahora llaman así a mi vecina del tercero), me avergonzó de tanta risa que le entró. La muy caradura provocó la situación más embarazosa de toda mi vida.

Por eso me he tenido que ir del barrio. Ahora saco a la tortuga a pasear por mi piscina y muchas veces lo hago en moto. El mayordomo me dice que estropeo el césped, y oigo cómo la cara que me sigue se ríe del mayordomo. A veces no sé cómo nos aguanta y no se nos despide. Yo creo que en fondo me tiene cariño, y no como el Geremías (con G, como los Jeremías italianos) que se reía de mí y de mis cosas.

7 comentarios

mox -

lu, ¿Es de verdad? ¿Es dee verdad que ése es tu epitafio bloguero?. Me siento triste y me gustaría seguir en contacto contigo, si no te importa y si volvieras a escribir que me avisaras para poderte comentar.
No se qué decir. No pensaba que fueras a cerrar el blog porque parecía gozar de muy buena salud. Siento que se interrumpe algo por fuerza...
De verdad que me dejas sin palabras, amiga mia. Ojala la vida te trate con todo el cariño que tan sólo ella sabe dar. Un beso

mox -

Malasanta, voy a colgar algunas de las fotos que un buen día me bajé no se de dónde y así comprobar que hay más caras.

lokura. Te devuelvo esos besoso uno a uno y a mil.


Manuela, me alegro que sonrías y si quieres, y te hace feliz, te la presto unos meses.

Arca, mi hijo opina lo contrario de mis cuentos. Vamos que soy un pesao ;-)

Arca -

jeje, empiezo a leerte como cuando era niña y comenzaban un cuento, y me haces sonreir mucho
abrazote

Manuela -

Vaya¡ Con semejante cara y semejante suerte da gusto vivir. Me he reido un rato. Un saludo cordial.

lokura -

si es que eres la ostia! besos a mil

luces -

jajaja, son tiernos y surreales tus cuentos.
Te contesté hoy a tu comentario sobre mi timidez.
:)

Malasanta -

La que tiene que estar encantada es la tortuga... Me da la sensación que esa cara debe ser una cara que no se refleja en los espejos, no se reiria tanto se así fuera jajaja (de donde habrás sacado esa foto)