Ojitos tienes
Rodeo nucas apasionantes queriendo descubrir miradas vitales, con chispa, de esas que te lanzan un "me gustas y te sonrío con los ojos que has buscado porque con los labios sería mucho descaro y a mi edad no estoy para descaros... lo siento".
Me engancho a miradas tristes de las que se resbala un "... y a tí qué te importa lo que sufro o dejo de sufrir. No me mires así que mi vida no es tuya... No me mires..."
Me sobresalto cuando una mirada se escapa entre el resquicio cada vez más pequeño de las puertas de un ascensor cerrándose, dispuesta a huir de la formalidad de su dueña y robarme el paso que doy hacia un lado para mantenerla unida a mí, hasta que inevitablemente se corta cuando la puerta se acaba de cerrar y el ascensor inicia viaje a los pisos de abajo.
Me cuesta deshacerme del abrazo que me dieron unos ojos rellenos de azul líquido, casi hielo y que me dieron esquinazo en la penúltima parada del tranvía.
Y sobre todo me inquietan los que veo cada mañana en la otra dimensión, aquellos que viven tras el espejo del cuarto de baño, que me persiguen en el espejo puzzleado del recibidor y me rematan en el espejo del retrovisor del coche. Porque no reconozco esos ojos que me observan. Porque solo siento que no sienten. Porque se dispersan y huyen de los demás.
3 comentarios
lunaaaaaa -
mox -
Te leo en tu blog y aunque se me escapen muchísimos matices, lo que puedo entender me gusta.
Un saludo
Sílvia -