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Erase Una Vez

Rodar

Rodar
Llegaron, nadie sabe de dónde, y a pesar de ser nosotros un pueblo desconfiado, pronto nos convencieron.

Cuando aparecieron por entre las cabañas de la aldea abriendo los brazos e inclinando sus cabezas amables repetidas veces, pensamos que unos seres así no nos traerían peligro. De caras pintadas y tatuadas, vestían con ropajes oscuros. Andaban como si se deslizaran flotando entre nubes bajas y eso nos impresionó tanto o más que la primera vez que les escuchamos articular un sonido. Porque sus voces cantaban mejor que nuestras flautas y si se ponía atención se captaban murmullos de ríos torpes enredados en curvas retorcidas o suaves ecos de profundas montañas cargadas de nieve. Sus gestos invitaban a comunicarnos y pronto logramos entendernos. Por todo eso, tampoco fue difícil maravillarnos ante la sencillez del mundo y su proyecto para mejorarlo. Nos pedían colaboración. Y nosotros se la dimos.

Veréis:

Nuestra aldea se situaba en la zona de las luces perpetuas, así que para dormir se habilitó la Gran Cueva. Por turnos, varias familias dormíamos a la vez mientras el resto hacía vida. No dejábamos que nuestras lágrimas asomaran y nunca nos pudo ningún sentimiento. Todo se medía en función de nuestra necesidad de dormir y nunca llegamos a sentarnos a contemplar el tiempo ni a capturar el cuerpo de otro dejando el propio en prenda.

Ellos venían de la zona de las sombras perpetuas donde la luna reinaba y la poesía invadía sus vidas, dejando los abrazos como moneda de cambio frecuente, los besos como pago impagable, y la unión de sus espíritus como terrenal y alcanzable. Todo lo medían en función de su necesidad de querer y acostumbrados como estaban a la oscuridad nos sorprendió que fueran capaces de dormir con los ojos abiertos. Porque para nosotros dormir era el ritual más sagrado, de ello dependía nuestro ritmo de vida.

Cuando nos dijeron que no nos haría falta la Gran Cueva para retener un poco de oscuridad, que podríamos ver en la oscuridad con nuestros propios ojos la luna y enamorarnos de nuestros sentimientos, y que ella nos inspiraría poesía y corazón, en fin, cuando nos describieron la noche y solicitaron nuestra ayuda para tener algo que deseábamos más que nada, no nos importó compartir la luz perpetua. En absoluto.

Nos contaron que eran viajeros incansables y que habían logrado llegar tan lejos que habían vuelto de nuevo a su propia ciudad, pero entrando por el lado opuesto: habían vuelto al punto de partida del viaje.

Por esto y después de estudiar las estrellas de su noche, revisar sus rutas y hablar con todos los pueblos de la tierra, habían llegado a la conclusión de que el mundo era esférico y que la mitad de él siempre estaba soleado y la otra mitad en sombra, es decir, el mundo estaba parado.

Trazaron entonces hasta tres líneas en el mapa del mundo que lo cruzaron de lado a lado y enviaron mensajeros a todas las aldeas situadas allí. La idea era solicitar ayuda para ponerlo en marcha.

Una vez convencidas las gentes de esta necesidad de dejar que el mundo rodara, a lo largo de las líneas se colocarían todos los habitantes disponibles y a la señal de una bengala todos al unísono darían un paso hacia delante, y con un preciso intervalo de tiempo de dos segundos, darían cinco pasos seguidos, y tras otros dos segundos, diez más, y así hasta no parar de caminar.

El proyecto se realizó con precisión matemática y nos encontrábamos todos preparados para dar el primer paso. Un nerviosismo se extendía a lo largo de nuestra línea. Los últimos de nuestra aldea saludaron a los primeros de aldeas vecinas y a lo lejos se observaban en ambas direcciones cómo la línea humana se perdía en ambos horizontes.

No se oyó ninguna respiración hasta percibir la bengala.

- ¡Ya!

Y un murmullo de alegría recorrió el mundo.

Hasta hoy.

7 comentarios

mox -

Malasanta, gracias, otro abrazo.

Malasanta -

Impresionante relato, me ha gustado mucho. Tiene eso que sabes darle tu, misterio inicial.
Un Abrazo.

mox -

lunaaaaa, más o menos como tus poesías.
Un beso comunicativo... ;-)
Serch pues ya la puedes contar, que no la sé.
mó, muchas gracias. El murmullo de alegría sólo se oye cuando todos empujan en una misma dirección. La verdad es que se oye pocas veces.
lola, aquí, a mi lado.
Ese murmullo es el sonido del viento cuando acaricia las tierras o los mares que nos encanta admirar y de los que nos gustaría formar parte para siempre.
Un beso

lola -

Siempre crei que el mundo tuvo que empezar de una manera parecida.
Solo tienes que decir ya! Y caminare con vosotros.
¿que fue de aquel rumor?
Un beso

mó -

Sorprendente tu capacidad para crear historias donde al leerla nos conviertes en movimiento, personaje, donde viajas por infinitos caminos hasta que, tú, descubres el talento de la creatividad. Me ha encantado mox, ojalá pudiésemos hacer real ese murmullo.

Serch -

A mí me contaron otra historia sobre el ciclo solar, algo sobre dos amantes...

lunaaaaa -

de tanto leerte...se me empiezan a terminar los sinónimos para decirte que estas historias tuyas son fascinantes .........