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Erase Una Vez

Tarde

Tarde Ayer llegué tarde a mi entierro.

Estaban todos reunidos llenando de lágrimas amargas mi dulce cajón negro, brillante como el azabache. Por dentro, estaba revestido de suave seda roja replegada una y otra vez contra las paredes. Y en ese vacío me aguardaba mi descanso eterno. Pero como siempre me pasa en los grandes acontecimientos de mi vida y de mi muerte, tuve la indecencia de aparecer veinte minutos tarde. Pero aunque me vieron llegar sudando y alisándome con prisa las arrugas de la corbata disimularon muy bien el “no verme”.

Si, sí, ya se que tropecé con un candelabro y su velón encendido, que nos caímos al suelo con mucho estrépito la vela y yo, que todo el mundo se asomó a ver el fuego que devoró los periódicos de la sala y que cuando se daban cuenta quién era el incendiario, se les empañaban los ojos de indiferencia pudorosa, de un no querer ver para no tener que verme.

Sí, sí, ya se que el que me ayudó a levantarme y a meterme en el ataud ni siquiera era de mi entierro, que era el protagonista de uno vecino, que, como luego me dijo, le dio apuro ésta mi situación tan embarazosa:

“Claro, es que si no hubiera llegado usted tarde, le habrían introducido en su atezado nido”.

“Usted perdone, oiga, pero es que no me salía el nudo de la corbata”

Y como había ya un poco de familiaridad en el trato, iniciamos una conversación trivial mientras introducía mi pié en la caja.

“¿Y usted de qué se ha muerto?” pregunté.

“Pues de una cosa muy rara, oiga. Me partió un rayo”

“¡Uy! Ayer le dije a un cobrador del frac, ¡Anda y que te parta un rayo!, entre otras cosas no muy agradables.

“¡Ah!, Pues entonces fue usted”

“Ay que ver qué cosas. El mundo es un pañuelo. Permítame disculparme.”

“No, si ya no tiene remedio”

Y claro, se fue mosqueado. Cosas que pasan y que no se pueden evitar.

Cuando ya me centré en mi papel, muy serio, muy inexpresivo, muy glacial, deposité las manos sobre mi vientre y me eché la última mirada en un espejo de vitrina que había frente a mí y que me devolvía todo el esplendor de mi imagen, y lo que ví me sonrojó hasta el punto que alguien llamó al médico del tanatorio sospechando que había vuelto a la vida, porque incluso cambié el gesto adusto por una gran sonrisa.

“Mira que muerto más alegre” oí decir a alguien.

“¡Qué indecencia! Escuché a otro. “Mira que venir desnudo a su propio entierro”

Forcé aún más la sonrisa (mi corbata me llegaba sólo hasta el ombligo)...

5 comentarios

mox -

Lola: Desde luego que es un trasto. A mí no me deja abrir nada mas que a partir de las doce de la noche, la hora de las princesas, por cierto... Y otro por cierto: ayer llegó corriendo el príncipe a devolverme el zapato y a decirme que yo, ni Cenicienta ni leches, que no quería verme mas en el castillo. Y me echó con cajas destempladas, así es que me morí en el tanatorio de palacio pero sólo con la corbata, para vengarme.
Molts Repetons guapiña

Rosi: Yo es que vivo al revés, es decir que muero derecho, pero te voy a hacer caso y me voy a morir de gusto un ratito por ahí.
Besos eternos como la vida.

Muralla, asegúrate que estoy bien muerto, que luego no quiero reclamaciones de que si estoy medio muerto o qué.
Abrazos abrazaos calurosos y rellenos de colores, como mi corbata de muerto.

coco, ¿Tu y yo vestidos sólo con corbatas que nos lleguen hasta el ombligo, dando saltos por culpa del hipo, moviendo las barrigas por culpa de los saltos y delante de dos momias egipcias?
Pues como que va a ser que no, porque prefiero quedar con tu amigo Ramón, que tiene imán para amigas de esas que quitan el hipo..

coco -

Ese es mi Mox, arreglao pero informal. Oye, que si te has muerto, yo le estoy echando los tejos a dos momias egipcias que quitan el hipo, a mi edad, claro.
Pensandolo bien, ¿los difuntos tienen hipo?

muralla -

Mira, queridiño, como vuelvas a tardar tanto en deleitarnos con algo tan divino, te juro que te busco y te mato.
Abrazaos abrazos. Muchos. Muralla.

Rosi -

Incluso muerto tienes gracia.

Y bueno, pregunto yo, que os pasa a coco y a tí que teneis este mes fijación por la muerte...
Con lo bonito que es vivir.
En fin, que si lo que quieres es eso pues nada, te lo deseo de corazón pero a mi forma.

- ¡¡ Muérete de gusto ¡¡¡

Un besazo.

lola -

Estupendo, este trasto no me deja comentar. Y ahora no recuerdo lo que te habia escrito.

No me extraña que llegues tarde, y encima no te dejan fumar en tu propio funeral.
La proxima vez avisame, los nudos me salen muy bien.
Ya tenia ganas de verte por aqui otra vez.
Petons