Pijama de rayas
Tengo uno de esos pantalones de hospital. Son de algodón, con rayas blancas y azules muy finas y desgastados y descoloridos de tanto uso y tantas lavadas. Tienen un cordel de hilo blanco muy largo para sujetártelos a la cintura, porque siempre te los dan grandes, como tres o cuatro tallas más grandes. Y son rabicortos.
Sí, claro, te puedes quejar diciendo que pareces un esperpento protagonista de alguna película de campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial. Pero es que si te quejas, te ponen uno de esos babis gigantes que se anudan al cuello y que te dejan el culo al aire. El peluquero de mi barrio los tiene de color negro, los de los hospitales son blancos, pero en el fondo los dos te dejan con el culo al aire.
Los robé con la esperanza que nadie llevara más semejante aberración. Además invité a los demás vecinos de planta a que hicieran lo mismo y que propagaran el mensaje entre los nuevos que llegaran, a ver si había una renovación de vestuario decente en la Sanidad Pública Española.
Y sin embargo, después de tanto tiempo conmigo, ahora los miro con otros ojos. Ahora tienen un no sé qué, que me atrae. Son bellos los muy jodíos.
Y esta noche me he decidido. Me los pondré. Y con mi torso desnudo, me presentaré al mundo.
Me tatuaré con las ceras de mi hijo pequeño una calavera en el pecho, cuidando no dejar demasiados pelos en ellas por si luego le da asco. Los ojos de la calavera coincidirán con mis pezones y la boca con mi ombligo, claro.
Con un trapo del polvo (resto de una antigua jarapa escandalosamente coloreada) me haré una cinta para el pelo que oculte bien mi calva de monje franciscano.
Iré descalzo, aunque apeste sin plantillas devorolor que me protejan.
Y meteré para adentro todo lo que pueda la barriga.
Pretendo así, además de presentarme al mundo como antes he dicho, tener una noche ardiente con mi mujer, que hace ya tiempo que está sosona.
Mañana os cuento. Deseadme suerte.
3 comentarios
ROSY WILAYA -
De nuevo, felicitaciones.
Mami rosy.
Marisol -
Arca -
un abrazo